
En estos días he tenido la oportunidad de poder visitar muchos pueblos y ciudades de nuestro País Valenciano. Comprobar sobre el terreno aquello que tanto decimos y reivindicamos, la fuerza de un país. He podido estar con gentes que día a día luchan y trabajan por desarrollar su proyecto de vida, unos con trabajo y otros con la esperanza de pronto poder trabajar. He compartido con Alcaldes y Alcaldesas, Concejales y Concejalas de pueblos pequeños su vivencia, su empeño diario por hacer de sus pueblos un lugar agradable y próspero. Una lucha que choca con los escasos recursos que disponen, sin grandes proyectos faraónicos, sin el glamour que algunos creen que es la vida de los políticos, pero con la satisfacción de la tarea que supone día a día “hacer pueblo”.
Mientras muchos creen que la política es una vida de glamour, día a día hay muchos ciudadanos y ciudadanos que se comprometieron con sus ideales, y con sus vecinos y vecinas para luchar y trabajar por hacer más habitable, justo y próspero nuestras ciudades. Concejales y Concejalas, Alcaldes y Alcaldesas que aparcaron su vida profesional, por un tiempo, para luchar por sus ideales. Esto es la política: trabajo, compromiso y lucha.
Por desgracia, vivimos tiempos difíciles donde muchos ciudadanos y ciudadanos tienen comprometidos no sólo su futuro, sino su presente diario, y a los que la política no les ha dado soluciones. En nuestro País Valenciano la situación es más dramática aun. Que vivimos una crisis mundial: económica, financiaría, laboral y social a nadie se le escapa, pero que además en nuestra Comunidad se ha visto agravada por un Gobierno a la deriva embadurnado de casos de corrupción que lastra la credibilidad de un Consell incapaz e inmoral, es una realidad palpable. No podemos seguir así.
Los ciudadanos y ciudadanas necesitan respuestas, acciones y sobre todo sentirse orgullosos y protegidos por aquellos que gobiernan nuestra Comunidad. Hoy no es así, pero puede cambiar. El PP nos vendió la idea de una Comunidad de glamour, prosperidad económica y grandes eventos que nos situarían en el mapa mundial. Pero hoy la Comunidad Valenciana es conocida por del derroche, la corrupción y la falta de las políticas reales que necesitan las gentes de nuestros pueblos y ciudades. Un país de desigualdades y sin los elementos básicos que configuran y vertebran una sociedad: educación, sanidad, protección social…
El PP valenciano ha dilapidado nuestro pasado social, cultural y económico, ha malgastado nuestro presente y ha comprometido nuestro futuro como pueblo. No podemos seguir así. El pasado ya lo hemos perdido, el presente lo sufrimos día a día: corrupción, despilfarro, eliminación de servicios públicos… pero por desgracia está comprometiendo nuestro futuro con una deuda inasumible.
Este país tiene un potencial extraordinario, tienen gente comprometidas que día a día luchan por hacer más prósperos sus territorios, empresarios que quieren invertir y crear puestos de trabajos, pero sobre todo, tiene gentes que quieren vivir y sentirse orgullosos y orgullosas de su país. No podemos seguir así, manteniendo y soportando la burla permanente de los dirigentes del PP valenciano. No podemos seguir así, negando a los valencianos y valencianas el progreso, la justicia social y la equidad. El PP valenciano debe colgar ya el cartel de “liquidación por cierre” y dejar que fluya la transparencia y el aire limpio en el País Valenciano
