Durante todo este tiempo me ha sido imposible escribir una línea sobre la situación del conflicto catalán. Me sentía incapaz de poder aportar algo ante una situación que lejos de ser un conflicto, era una oportunismo para oportunistas.
Pero hoy, como era de esperar, unos y otros sin contar con la verdad, han llevado su oportunismo hasta las penúltimas consecuencias: el enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Hasta ahora era la palabra mal dicha la que viajaba para ser arrojada contra la sinrazón del otro. Un juego donde sólo han ganado los medios de comunicación que se han convertido en el cuadrilátero de una guerra que hasta ahora sólo había sido un cúmulo de despropósitos.
Ahora ya podemos ver en imágenes la violencia verbal de unos contra otros. Fotograma a fotograma se ha construido la película que nos recuerda que el ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor. Hoy hemos visto la antesala de la guerra que unos y otros, desde los despachos parapetados de cientos de asesores, ya había vaticinado.
Oportunistas del oportunismo apuntados a un espectáculo donde todos creen ganar y donde en realidad lo que resulta perdedor son las personas como entidad colectiva. A este sainete se apuntan aquellos que van de demócratas defensores de la libertades y del derecho a votar pero que no aceptan los mandatos de los tribunales y las leyes que ellos mismos defienden. Los salvapatrias que entienden que sacando la bandera de España contribuyen a la paz, pero al mismo tiempo odian a todos aquellos que no son capaces de besar la rojigualda. Los independentistas independientes de la razón que sólo creen al corazón y eso les permite defender la sinrazón aunque no tengan razón.
Y detrás de todo esto nadie dice que hay en verdad, porque ante esta oportunidad hay un oportunismo que aprovecha la confusión para vender su propia verdad. Los seudodemocratas hablan de derecho a votar poniendo por encima de todo el sistema, los votos frente a los valores que representan una democracia adulta. Los centralistas que repiten que si hay que votar que votemos todos, pero eso sí, sin votación real. Los que no quieren que voten ellos, pero además les niegan que tengan opinión, instaurando así el aquí hay sólo una voz. Los que votan contra una “la España que nos oprime” que no es real ni social ni económica. Todos tienen su propio motivo para tener la razón sin tener en cuenta la verdad.
Y llegados a este punto, ¿Cuál es la verdad? Y mejor aun ¿Cuál es la solución? Suelo mirar al origen para saber de que hablamos, como hemos llegado a esta situación ¿Alguien recuerda que esto empezó cuando un partido en la oposición llevo al Tribunal Constitucional el Estatuto que aprobó y refrendo un pueblo? Hoy esa ya no es la solución, pero no podemos olvidar que cuando escupes hacía arriba suele caerte en la cara.
Mientras veo las imágenes y los comentarios de amigos en redes sociales, no puedo dejar de pensar que hay detrás de todo esto, he intento quitar capa a capa, como si fuera una cebolla, para llegar al corazón de la realidad. Sin duda alguna los oportunistas del oportunismo son la capa más gruesa que envuelve y desvirtúa todo haciendo más difícil encontrar una solución. Pero lo que no podemos negar es la realidad social al margen de Sentencias, Órdenes, Leyes o Decretos.
La palabra es la expresión más sincera de la voz de un pueblo. Una ciudadanía que durante más de cuarenta años no pudo expresar su voz libre y legal no quiere volver a vivir lo que nunca debió haber sufrido. Hoy disfrazado de referendum democrático se niega la voz de un pueblo que quiere hablar, que quiere opinar y que tan sólo quiere hacer real la palabra, pura expresión de la voz de un pueblo.
No creo en la independencia, son un ciudadano internacionalista, global y mundial. Entiendo la cultura como el lenguaje que une a los pueblos y donde la diversidad se convierte en la miscelánea que hace de este mundo un lugar plural. La democracia social es la única forma de vida, la única manera donde personas distintas y diversas tienen los mismos derechos y libertades. Las urnas son algo más que la suma de votos, es la expresión de los valores de un pueblo, de sus ilusiones, reivindicaciones y deseos, son ante todo el reflejo de una sociedad. La política es el arte de gobernar el espacio común, de construir desde los valores democráticos sociedades avanzadas donde el diálogo construye nuevas democracias y nuevos valores de ciudadanía.
Tengo mi opinión personal sobre el actual conflicto. De quienes están manejando esta situación para otros intereses que no son los intereses de los pueblos que les han elegidos. Pero si yo les diera ahora mi opinión seguramente caería en aquello mismo que les he contado en estas ochocientas palabras, sería un oportunista más aprovechando el oportunismo.
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